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Lastras y lastrillas

Además de los Morrones y sus derivados, en Milmarcos tenemos muchas lastras y lastrillas, o lo que viene a ser los mismo, todo tipo de pedregales y baldíos. Dos de ellos incluso así fueron bautizados:  uno sobre la carretera de Turmiel, el otro, a la derecha del antiguo camino de Jaraba (desde el pairón hasta el Colorín).

Los expertos no se ponen demasiado de acuerdo sobre el origen de este topónimo, bastante común en diferentes sitios de la Península. Así, tenemos la palabra latina “lastra” (piedra lisa y redondeada), un término que, según la Wikipedia, utilizaban los romanos para las losas de piedras que empleaban para pavimentar sus calles, proceso al que denominaban “lastricare”

Podría estar vinculado al euskera, a través de la palabra “arlasta” (losa de piedra creada de forma natural)., o con el término asturiano Llastra, formado mediante la conjugación del término “lapida” y el sufijo peyorativo -astra y que explica nombres como el de la población de Llastres.

En cualquier caso, estos términos han sido profusamente utilizados en media España, especialmente por los repobladores de origen riojano y vasco-navarro en lugares como Burgos y Segovia, en los que podemos encontrar nombres de poblaciones, Lastras del Pozo, de Cuellar y de Lama, incluido uno denominado La Lastrilla, y un buen número de parajes, incluido una Virgen, la de la Lastra en Arcones.

La Real Academia de la Lengua vincula Lastra con “lancha”, piedra más bien grande, naturalmente lisa, plana y de poco grueso, e ignora una acepción muy común en Castilla, tierra o pedregal poco apto para el cultivo, con escaso suelo fértil.

Resulta curioso comprobar el acierto que tuvieron nuestros antepasados al bautizar parajes, montes, fuentes y demás accidentes geográficos: tanto la Lastra como la Lastrilla son lugares ásperos, escasamente fértiles, duros para el caminante, y llenos de piedras.

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